El orden del mundo en las manos creadoras del niño

Por Vane  Gagliardi— Acompañamiento en crianza

Cuando el ambiente no puede ser leído por el niño

En muchas familias aparece una escena repetida: un niño pequeño que va de un objeto a otro sin terminar nada, que se frustra rápido, que demanda al adulto de manera constante, que parece “desbordado”; y unos padres cansados, con la sensación de que no están pudiendo ofrecer lo que su hijo necesita. Pero cuando observo esos espacios, casi siempre veo lo mismo: un ambiente lleno de estímulos que el niño no logra decodificar.

No es un problema de paciencia.
No es un problema de carácter.
No es que el niño “no sabe jugar solo”.
Es que su mente absorbente no está encontrando un orden que pueda leer.

La necesidad profunda de orden según María Montessori

María Montessori lo describió con precisión hace ya más de un siglo. En La mente absorbente, escribió:

“El niño pequeño siente una profunda necesidad de orden. Orden en las cosas, orden en las acciones, orden en su ambiente. Este orden le da un lugar en el mundo y le permite comprender la relación entre las cosas.”¹

 

Standing y el orden como espejo del universo

Para la pedagogía Montessori, el orden exterior no es decoración: es una necesidad psicológica básica del niño pequeño. Y uno de los autores que mejor desarrolló esta idea fue Edwin Mortimer Standing, colaborador directo de Montessori, un pensador que logró traducir muchas de sus observaciones científicas en un lenguaje más filosófico y antropológico.

En La revolución Montessori en la educación, Standing escribió una de las frases más potentes del corpus Montessori —una frase que vale la pena leer completa—:

“El gran valor del material Montessori es que presenta al niño la naturaleza del mundo exterior de un modo tan ordenado que ayuda a su intelecto —que es el principio del orden en la mente— a reconocer, en destellos de intuición, el orden del mundo exterior, haciéndolo propio. El orden del macrocosmos se refleja así en el microcosmos.”²

 

Qué significa esto para el niño

Que el niño construye su mundo interior a partir del orden que encuentra afuera. El macrocosmos —el universo, la realidad, la lógica del mundo— se vuelve microcosmos —su mente, su organización interna, su capacidad de comprender— a través de la experiencia concreta del ambiente.

Cuando un niño entra en un espacio donde:

  • los objetos tienen relación entre sí,
  • hay pocas propuestas visibles,
  • las actividades están completas,
  • la secuencia es clara,
  • el estímulo visual es amable,

su mente puede anticipar, organizar, repetir, comprender, elegir. Cuando entra en un ambiente saturado o mezclado, en cambio, su sistema nervioso queda atrapado en un estado permanente de alerta: demasiada información que no sabe cómo procesar y ordenar.

 

Neurociencia: por qué el ambiente ordenado regula

Hoy la neurociencia ayuda a explicar lo que Montessori y Standing observaron empíricamente. Un cerebro tan joven depende del ambiente para regular sus sistemas de atención y de movimiento. Una sobrecarga sensorial —muchos objetos a la vista, colores fuertes, propuestas mezcladas— genera dispersión, irritabilidad y dependencia constante del adulto. Un ambiente ordenado —pocas cosas, relaciones claras, secuencias posibles, silencio visual— permite que el niño regule su energía, sostenga la mirada, se sienta competente y encuentre calma.³

 

El material Montessori como ley del universo hecha objeto

Por eso Standing decía que el material Montessori es un “fragmento del universo” presentado en su forma más clara.² La Torre Rosa no es un juego: es la ley de la gradación hecha visible. Los cilindros con perillas no solo son una actividad de motricidad fina: son variaciones controladas que permiten comparar, diferenciar y razonar en sus dimensiones.² Las barras rojas y azules no solo enseñan números: encarnan la sucesión, las partes que forman la unidad, la progresión.²

El niño absorbe ese orden exterior y, sin que nadie lo explique, lo reorganiza adentro.

 

Una experiencia directa con familias

Cuando trabajo con familias, esto se ve de manera muy concreta. Una mamá me dijo: “No termina nada, todo lo mezcla, me llama cada minuto. Estoy agotada.” No era ella. No era él. Era el ambiente hablando demasiado fuerte.

Ordenamos el estante. Dejamos tres propuestas. Bajamos el estímulo visual. Armamos un rincón sencillo con un comienzo y un final definidos. En dos días la energía del niño cambió: movimientos más suaves, mirada más sostenida, menos gritos, más juego autónomo, más respiración en la casa. El niño no cambió: cambió la información que recibía.

 

El rol del adulto: ordenar la vida alrededor del niño

Y esto, para mí, es lo más liberador para cualquier madre o padre: muchas veces debemos observar para entender lo que el niño necesita y poder cambiar el mundo que lo rodea.

Por eso, si volvemos a Montessori, encontramos que orden, belleza y simplicidad no son solo una estética: son una forma de amor.¹ Y si volvemos a Standing, encontramos que el niño está tratando de integrar —a su ritmo, a su escala, con su cuerpo— la estructura profunda de la realidad.²

Lo que el adulto puede hacer, entonces, no es “estimularlo más”, sino revelarle el orden del mundo paso a paso, sin ruido innecesario, sin exceso de intervención, sin urgencia.

Acompañar se vuelve algo así como ordenar la vida alrededor del niño para que él pueda ordenar la suya. Y cuando eso sucede, emergen cosas hermosas: la concentración espontánea, la calma, la autonomía, el gusto por repetir, la capacidad de estar consigo mismo sin angustia.

 

Cuando la casa pide menos ruido y más claridad

Si al leer esto sentís que en tu casa hay demasiado ruido —visual, emocional, espacial—, si intuís que tu hijo está pidiendo más claridad que estímulos, o si simplemente querés crear un ambiente que acompañe mejor sus etapas sensibles, puedo ayudarte a mirarlo con esta perspectiva. A veces, hacer pequeños ajustes afuera es lo que permite que adentro empiece a nacer el orden que tu hijo necesita para crecer.

“Cuando el Niño ordena el mundo con sus manos, ordena también su mente y despierta su propio poder interior.”

Vane.


Notas y referencias

¹ Montessori, María. La mente absorbente del niño.
² Standing, E. M. La revolución Montessori en la educación.
³ Siegel, Daniel J. The Developing Mind.
⁴ Reflexión pedagógica inspirada en la filosofía Montessori.